Y aquí voy de nuevo...
- Regis Penedo
- Aug 21, 2024
- 6 min read
Y sí, aquí voy de nuevo, por tercera vez.
La última vez que publiqué algo por acá fue en febrero 2022 y aunque seguí escribiendo algunas cosas para mí, ya nunca compartí esos escritos por acá, talvez lo haga algún día. Hoy lo que decido compartir es un poco de lo que me hizo ya no publicar y, lo mejor, qué me impulsa a hacerlo de nuevo.
De pronto todo este asunto de la pandemia y el bajón emocional e incluso físico que produjo en mí, no me dejaron mucha energía ni deseos de escribir intencionalmente para el blog, ya que, si bien mencionaba antes, sí escribía, pero puras ideas sueltas que no concreté para que tuviera sentido publicarlas. Pero hoy sí, hoy después de cinco semanas en las que decidí retomar control de mi vida y mi salud tanto física como emocional y mental, hoy tuve ganas de escribir de nuevo para compartirlo con quienes me lean.
Al inicio de pandemia, formé una rutina que fue muy beneficiosa porque redescubrí el gusto por estar en casa, hacer cosas sola sin necesidad de tener personas adicionales a mi alrededor, es decir, personas fuera de quienes compartimos techo que somos dos. Esa rutina incluía caminatas por el jardín del residencial, probar recetas nuevas, preparar cafés diferentes, hornear zepelines o cubiletes, ver series, leer, armar rompecabezas, escribir y aunque amo muchísimo hacer esas cosas, llegó un momento en el que eso no era suficiente así que, ya que no quería salir de casa, me metí de lleno en la vorágine del celular, sus juegos, sus redes sociales y demás cosas…el resto, ¡ya se imaginarán! Tuve un bajón emocional y físico que se hizo evidente cuando quise hacer de nuevo cosas emocionantes y que me llenaran y dejaran algo positivo después de estar en ese letargo justo después de que comenzáramos a retomar las salidas y reuniones sociales post pandemia.
Casi todo momento en el que no estaba trabajando, durmiendo, bañándome o comiendo, me lo pasaba pegada al celular, incluso mientras había algunas pequeñas pausas en las películas que mirábamos por las noches o fines de semana. Sin darme cuenta, me volví adicta al celular y hoy que lo recuerdo me da cosa, como diría el doctor de un programa mexicano de hace muchos años. Ya no tenía la energía para salir a caminar, ni para cocinar algo nuevo u hornear y mucho menos armar rompecabezas o leer, sobre todo leer ya que me molestaban los ojos, y ¿cómo no? si me pasaba viendo el celular siempre y me desvelaba mucho haciéndolo…hasta que comenzó el hartazgo y con ello la frustración de intentar e intentar dejar ese celular a un lado, retomar algunos hábitos para sustituirlo y no lograrlo, al menos no lo lograba por mis propios medios.
Tenía la teoría y muchas veces hablaba de ello para ver si al hablar del asunto me convencía finalmente de dejarlo, pero no…no lo lograba.
Durante la pandemia también me acerqué mucho más a Dios, por zoom me juntaba con una amiga a leer la Biblia y discutirla, escuchaba algunos audios de sacerdotes y eso sí fue algo que nunca dejé de hacer incluso durante ese tiempo en el que el celular me robaba mi tiempo, encontré ese momento para Dios así que decidí poner en Sus manos mi deseo de alejarme del celular. Oré mucho por recuperar esa ilusión y motivación para volver a hacer esas cosas que me edifican y me llenan mientras me distraen de la cotidianidad, compré un devocional (el cual nunca terminé de leer ni hacer sus ejercicios) para desintoxicarme del celular, seguí orando ya que no lo lograba y en realidad solo Dios sabe lo que le platicaba en mi oración.
Hasta que comencé a sentirme ya mal físicamente y fui un poco empujada a retomar el control de cómo usar mi tiempo y qué hacer para desconectarme de la rutina ya que fui diagnosticada con Vértigo Postural Paroxístico Benigno [VPPB] (en resumido, vértigo) lo cual dirán ustedes: “¿en serio solo por eso?” pero para mí fue algo muy molesto, que me asustó y me preocupó mucho porque la sensación es muy fea y me impedía llevar a cabo mis días de forma normal y con mi ritmo habitual.
Fue entonces que comencé a cambiar hábitos. Algo dentro de mí me decía que eso era lo que tocaba hacer. El médico que me trató no mencionó nada del celular, pero en el fondo de mi corazón y mi consciencia yo sabía que algo tenía que ver ya que las recomendaciones médicas de siempre incluyen descanso y actividad física, lo cual yo estaba boicoteando con el uso excesivo del celular

Así que en principio me alejé lo más que pude de cualquier red social que me enredaba, porque sí, las “redes” sociales suelen enredarnos para atraparnos y meternos cada vez más en su vorágine de información, consumismo y bromas en exceso que, si lo permitimos, nos alejan de lo que es realmente importante: vivir bien. Desinstalé aquellos juegos que analicé me causaban ansiedad, anulé suscripciones a páginas en YouTube que no edifican ni dejan nada bueno y elegí quedarme con un único juego que me encanta porque estimula mi creatividad.
El médico que me trató no mencionó nada del celular, pero en el fondo de mi corazón y mi consciencia yo sabía que algo tenía que ver...

Por otro lado, y luego de haber escuchado a una doctora brasileña muy buena que da muchos consejos sobre la relación entre el sueño/dormir bien y la ansiedad/estrés, retomé la rutina de sueño que me planteé durante la pandemia pero que no funcionó por el bendito celular. Puse una alarma para “ir a dormir” y ahí comienza mi rutina de sueño que sigue incluyendo un té y algo de lectura entre otras cosas.
Además, hablando de ansiedad, también noté que en el último año había estado muy involucrada en cosas o situaciones que las personas me contaban en confianza (amigas, amigos, familiares) y que, por mi naturaleza, yo escuchaba, pero también quería ayudar a solucionarlos y me estaba quedando con mucho de eso en mi mente al punto que me llegó a afectar y aumentó mis niveles de ansiedad en todo, todo me angustiaba y quería buscar una solución. A esto también le he puesto intención y si bien es cierto que soy empática, también es cierto que estoy poniendo límites de hasta donde permito que me afecte. Noté en estas semanas de tratamiento por vértigo que cuando tocaba ciertos temas y le metía muchísimo pensamiento a algo, comenzaba una sensación extraña de “pre vértigo” si es que existe tal cosa. Así que ese es un hábito en el cual aún estoy trabajando y tratando de explicar a quienes amo en qué ando ya que no es mi deseo que se piense que no me importan, pero como bien dicen, debemos estar bien para apoyar a otras personas…en eso estoy.

Ya antes del diagnóstico de VPPB, había retomado algunos hábitos alimenticios para comer más sano así que le puse más empeño a ser intencional en aquello que como…claro está, que no voy a martirizarme por eso, pero ser consciente ayuda a balancear aquellos gustos culposos con la comida sana y a la larga el cuerpo lo siente y agradece. Y el otro hábito relacionado con lo que me meto a la boca, incluye algo que sí mencionó mi médico (al igual que todos los médicos), la ingesta de al menos 2 litros de agua al día y como me confesé con él que he sido algo inconstante en ese aspecto, hasta lo escribió en su prescripción médica junto con los otros medicamentos. La verdad, una vez analizamos que el cuerpo humano se compone en un alto porcentaje de agua, pues tiene sentido que lo ayudemos con ingerirla en las cantidades que necesitamos. Así que ese es otro hábito que he adquirido.
Todo esto para decirles que también quiero escribir de nuevo, muchas personas me han dicho que qué bien que tengo el blog y que quieren leerme y que qué bonito lo que puedo aportar, así que por acá voy de nuevo, pero tampoco ando de engreída ni quiero decir que soy la gran cosa escribiendo, solamente lo hago porque me gusta y si en algún momento llega a leerlo alguien a quien le sirva, pues es ganancia y bendición del cielo que suceda.
Por último y más importante les quiero compartir que algo dentro de mí me dijo en el camino del tratamiento que ese era Dios dándome la respuesta que Él sabía que yo necesitaba, que ese era Dios diciéndome: “haz esto y recupera lo que tanto me has pedido”, que ese era Dios tomándome de Su mano para lograrlo y hoy, después de 5 semanas (las tengo contaditas) puedo decir que estoy encaminándome de nuevo a ir por el camino que deseo ir y no a sumirme en letargos innecesarios que no son lo que Dios quiere para mi vida y la de quienes me rodean y me aman. Y no, no soy perfecta, solo que me siento mucho mejor en todo sentido de lo que me sentía cuando comencé con los síntomas de vértigo y los meses anteriores.
Hoy puedo decir que, si la regla de que después de 21 días de hacer algo se vuelve hábito es cierta, ya he logrado un par de nuevos hábitos y otros aún los estoy trabajando, los que involucran a terceros, sobre todo. Por ahora, seguiré adelante y verán más de mí por este espacio.
Gracias por leerme y si se han identificado con algo y quieren compartirlo, cuéntenme..
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